[Lo siento, no pude dejarme de rimas y de ripios…]
Los vampiros de esos cuentos burdos
no comprendo qué tendrán de emocionantes,
¡tanta sangre y tanto morbo absurdo!
Ni siquiera me parecen repugnantes.
Pero hay en esos pobres diablillos
una cosa que yo encuentro muy elegante;
lo confieso: me fascinan sus colmillos.
Pero no porque sean de vampiro…
Simplemente, me recuerdan tu semblante.
Te amo muchísimo.
No te preocupes, se te pasará.
Siempre pasa…